martes, 1 de marzo de 2011

La corona



Presentación "La corona"

De noche, el reloj que late
es el corazón del tiempo.
Cada segundo un latido,
cada segundo un lamento.
Y a mí se me va la vida
entre suspiro y suspiro.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.
Las manillas despacito
van rodeando a la esfera,
como mis manos a tu cintura
paseando en la alameda,
lo mismo que un taconeo,
tiene esos andares lentos.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de mi tiempo.
Y La Corona palpita
juntito al muelle real.
Mi Cai no anda, cachi en la mar.
Y los cuartos tocan a los vientos
esa lágrima que te haga despertar.
Yo no quiero malgastar el tiempo
mientras toque el minutero
rascando tus penas.
Y la via se nos va ya poco a poco
como en un reloj de arena,
de tu arena.
(…) péndulo siempre marca el compás,
que nunca sea para atrasar
la promesa y te engañen a ti otra vez
con otro nuevo amanecer.
Ay, y es que el tiempo es oro para mi Cai.
El que dijo que el tiempo lo cura
to no tenía reloj, no tenía reloj.
Y si Cádiz fuera un reloj de sol
marcaría las horas en tu balustrá
y las torres en punto las campanás,
de noche la luna el relevo,
grabaría las olas sobre tu mar.
Pero hoy me rebelo
y quiero y no puedo.
Cai de tu corona que (………),
que son tres mil años
y sigo esperando.
Que pena ser relojero
y no ser dueño de tu tiempo.



(En este video están los dos pasodobles)

Pasodoble “Contemplando el Campo del Sur”


Contemplando el Campo del Sur
sólo me queda decir:
Ay, que bonito es mi Cai.
Y del puente hierro al canal
se produce una quietud
que en el mundo no la hay.
Por eso vengo a cantarte feliz
abrazado a mi comparsa
con compases marineros pa ti,
que yo sentía añoranza.
Mese el coplero en tus tablas,
porque yo me muero por ti
y me vuelvo loco por ti,
porque me envenenas.
En la tierra donde nací
no me canso de repetir:
ole, ole y ole, tierra marinera.
Porque tú eres como una barquilla
que siempre me espera
igual que una novia
en su cita primera se desespera.
En el olvido he llorao mi ausencia
y mis emociones hoy vuelvo a cantarte
lleno de ilusiones.
Ay, Cai de mis amores,
tú sabes cuanto te quiero,
que lo sepa el mundo entero,
ay , Cai de mis amores.



Pasodoble “De rodillas se reclinó”

De rodillas se reclinó
y en sus labios del dolor,
de una mujer mal herida,
el Ave María pronunció
y una voz le contestó:
sin pecado concebida.
Padre yo vengo a contar la verdad
de aquellos años de infancia
donde abusaron de mí sin piedad
unas manos consagradas,
que me dejaron marcada.
Y la iglesia nunca pidió
desde el púlpito su perdón
a esos sinvergüenzas.
Yo tampoco vengo a pedir
que nadie me perdone a mí.
Vengo a removerle
a usted la conciencia.
Sal de las rejas del confesionario,
te vistes de hombre
y limpia mi honra
sin predicaciones ni bendiciones.
Sal de las rejas,
no seas cobarde
y dame la cara,
que sepa la gente
tu historia sagrada.
Y por los clavos de Cristo,
que en el mundo ningún niño
te engañe con el cariño
debajo de una sotana.



Pasodoble “Colgado en su habitación”

Colgado en su habitación
tiene mi niño rincón
con ídolos de su infancia,
el póster del Cádiz en color
juntito al de Camarón
y fotos de mi comparsa.
Tiene trofeos de cuando jugó
a la pelota de niño.
Tiene la foto de su comunión
que recuerda con cariño.
Y al Despojao Jesucristo.
Y como un grito en la pared,
sin saber pa cuándo y pa qué,
tiene sus diplomas.
Se lamenta cuando los ve,
el fracaso duerme con él.
Sueña cada día trabajar con honra.
Le da vergüenza pedirme dinero,
el fin de semana se encierra en su cuarto,
piensa en el mañana sin esperanza.
Ya no le importan contratos basura
y dineros negros y los sindicatos,
ni el rey ni el gobierno.
Y la ilusión de su vida
es decirle mare mía,
no sufras más a escondías,
aquí tienes el primer sueldo.




Pasodoble “Pensando en mi soledad”

Pensando en mi soledad
yo me quiero preguntar
en mi mundo de coplero,
si me tengo que retirar
o traerte pa triunfar
aires con fresquitos nuevos.
Yo que aprendí de Antoñito Martín
y de aquel Pedro Romero.
Yo que por primera vez estuve aquí
viendo aquellos Sarracenos.
Todo quedó en un recuerdo.
Que me vuelvo yo a preguntar
si me tengo ya que olvidar
de aquellas comparsas.
Que me vuelvo yo a preguntar
que por qué tengo que cambiar.
Si esto ya no gusta
ya estoy yo en mi casa.
Cómo puede uno ganar los aplausos
con gente guaperas que arranquen los gritos
de las quinceañeras y me da pena
de las comparsas que tienen su estilo
y no son veletas,
hoy no levanten pasión en sus letras.
Y si alguien quiere cambiarla,
que se atreva una mañana
y se lo diga a Paco Alba
en la puerta de La Caleta.

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