domingo, 29 de agosto de 2010

La factoría



Con el paso del tiempo
guardé un tesoro
guardé un tesoro.
Tengo una caja
con tantos recuerdos
de toda una vida,
pero hace poco tiempo
que en mi tesoro
que en mi tesoro
cuando lo abro me faltan
recuerdos casi cada día.
Por más que intento encontrarlo
no he podido lograr recuperar lo que tenía
y aunque me afane en guardarlo
cuando miro la caja
cada vez está más vacía
¿Qué me estará pasando?
¡vaya memoria mía!
Puede que con las visitas
de tantos extraños
mientras me desvistan
me lo estén robando
ni tan siquiera darme ni cuenta
hoy le pregunté a mi hija
qué me está pasando
que de media vida
me estoy olvidando
y me ha abrazado llena de pena.
Ayer pude escuchar
como un señor que va de blanco,
contaba a mi familia
quien es el que está robando.
Dijo que se llama Alzheimer
y que nadie le vencía
pero yo juré vencerlo
aunque termine con mi vida
Hoy vino a verme una extraña
y llorando me decía
recuerda que soy tu hija
mírame bien a la cara
Y he visto al abrir mi caja
que esta vacía
que esta vacía
que esta vacía.



Lo llamaron tres veces
para lograrlo, para lograrlo,
pero al final no pudo renunciar
y respondió si quiero.
Y yo con tres razones
tengo muy claro, tengo muy claro,
que Cádiz nunca mereció
tenerle como pregonero.

Y la primera es muy clara,
pues no hay que suplicar
a nadie para convencerlo,
si hablar desde esa gran plaza
debe ser lo más grande
para quien quiera a este pueblo,
y no un segundo plato
porque no hay más remedio.

La segunda es evidente,
pues mientran que esperan
tantísima gente que algún día vuelva,
va renegando de nuestra fiesta.
Y en lugar de agradecerle
a nuestros Carnavales, luego va
y se atreve con los musicales,
y de nosotros se cachondea.

Yo que admiraba tanto
al que pedí ser pregonero,
me siento tan frustrado
que no consigo entenderlo.

La última razón que falta
es sin duda la más grave.
Y es que si Dios me dejara
pregonar los Carnavales,
yo jamás sería un pirata
que aprobecha al disfrazarse,
echando al mar como un cobarde,
compañeros que ahora cantan,
que hacen grande su gargante,
los Carnavales, los Carnavales..
Los Carnavales.



Como cada mañana, hablo contigo,
hablo contigo,
y me pregunto si has dormido bien
o no has pegado ojo.
Como cada mañana, tu cafelito,
tu cafelito,
aunque hace tiempo que no te lo tomas
por más que lo pongo.

La ropa en la lavadora,
que aunque nunca está sucia
viene bien un lavaito,
y luego pongo en la olla,
unos cuantos fideos
para hacer un pucherito,
que yo se que te gusta
que esté bien calentito.

Luego escucho que me llamas por nuestro pasillo,
pero no me hablas cuando yo te digo:
"qué es lo que quieres que ahora no puedo",
vuelvo a poner en la tele todos los programas
que has visto de siempre y te vas a la cama,
sin olvidarte de darme un beso.

No sé lo que pasa que se enfadan nuestros hijos,
si les hablo de tí, y les digo que hoy no has comido.
De verdad que a veces pienso que me atrapa la locura,
porque te quiero y te siento como siempre
y como nunca.

Pero al mirarme al espejo
se disipan tantas dudas,
y me invade la amargura,
viéndome entera de negro,
y entonces es cuando recuerdo,
que soy viuda, que soy viuda,
que soy viuda.



De nuevo salen fuera, nuestros complejos,
nuestros complejos,
y arremetemos contra el que se invente
un concurso en Sevilla,
De nuevo salen fuera, para defendernos,
para defendernos,
que el Carnaval solamente es de Cádiz,
del barrio la Viña.

Ese barrio de la Viña,
al que llegamos tarde
si venimos de un contrato,
ese barrio de la Viña,
al que le sobran coplas
y hacen falta muchas manos,
que un pueblo chovinista,
es un pueblo acabado.

Cómo puede un gaditano llegar a enfadarse
porque el sevillano decida inventarse
otro concurso de carnavales,
si hay que sentirse orgulloso
porque nuestra fiesta guste de ese modo
cuando sale fuera,
si es que se mueren con nuestro arte.

Yo sigo manteniendo aunque haya muchos que guste,
que esto ya es patrimonio de todos los andaluces,
y el que no quiere enterarse
que no salga de su barrio,
pero Cádiz se hace grande
en cada pueblo que cantamos.

Si las sevillanas suenan, aquí en Cádiz
y en todas partes,
cómo quieren que me aguanten,
si es que el alma se me llena,
cuando escúcho que allí suenan
los Carnavales, los Carnavales,
los Carnavales.

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